El punto de partida es la observación de que la existencia de conflictos es, desde un punto de vista racional, sorprendente. Supongamos que dos hermanos deben repartirse una herencia de un millón de euros. Supongamos que ambos que están dispuestos a luchar en tribunales por ella. El problema es que los abogados cuestan dinero. Supongamos que los hermanos estiman que gastarán más de cien mil euros en pleitos entre los dos. Parece obvio que cualquier solución que decida el juez (dividir la herencia a la mitad, por ejemplo), la pueden implementar ellos sin pleitos, con lo que ganarán cien mil euros más a repartir (lo que ahorran en abogados). Es decir, la pelea destruye parte de la herencia, y sin pelea están ambos mejor conjuntamente. Cabría, imitando a los economistas panglosianos, decir que “como no interesa a ninguno de los dos hermanos, no habrá disputas”. Y, sin embargo, cualquier persona con mínimo sentido común sabe que la pelea puede escalar, hasta arruinar a los hermanos, incluso hasta que los hermanos no se vuelvan a dirigir nunca más la palabra.
Para entender a cabalidad la causa por la cual los conflictos surgen es muy importante darse cuenta de que esto va a cambiar, dependiendo de que tipo de conflicto se este hablando. Es evidente que las causas de los conflictos intergrupales no van a ser la misma causa de las que se dan en los conflictos intrapersonales.
Por simple inspección se puede apreciar que la interacción armónica entre los seres humanos no es fácil, esto se debe a las diferentes variables que participan en la conformación del ser humano como un ser social. Es posible que dos o más personas puedan ser similares en una o en otra de esas variables, pero es prácticamente imposible que sean similares en todas las variables constitutivas
Esas variables son:
Educación: Referido a la calidad y al nivel educativo logrado por la persona. Es posible que las personas que tengan diferente nivel educativo o diferente calidad recibida en la educación, tengan algunas áreas de la relación en las que se pueda producir algún tipo de conflicto.
Familia: Se refiere a que, si es parte de una familia armónica y funcional, o si, por el contrario, la familia a la que se pertenece es caótica, disfuncional, desintegrada. Las personas que han crecido en familias disfuncionales y desintegradas estarán más propensas a relaciones conflictivas que las otras personas.
Género: La asignación social para lo masculino y lo femenino puede ser motivo de conflicto, sobre todo si se utiliza esta diferencia de roles sociales para justificar una situación de marginación y sometimiento de un género en beneficio de otro.
Religión: Posiblemente habría que ser más específico y decir que no es la religión como tal la posible generadora de conflicto, sino la manera en la que cada persona vive su propia religiosidad. En su forma más extrema, el fanatismo religioso y el absurdo de creer que la religión que se profesa es la "única y verdadera religión" genera una alta probabilidad de generar conflictos.
Experiencias personales: Un mismo evento es vivido de manera diferente por personas diferentes, según las experiencias previas que cada uno haya tenido. De esta manera el intentar darle algún grado de importancia y de impacto personal a esa experiencia particular, puede causar conflicto por el simple hecho de que la otra persona no lo valora como la persona que está contando dicha experiencia. Puede que esa persona llegue a pensar en que se le resta mérito o importancia a la experiencia vivida.
Cultura: Sin entrar en la polémica antropológica y filosófica acerca de qué se entiende por cultura, en el presente contexto se hace referencia a que individuos de diferentes orígenes culturales o de niveles culturales diferentes deberán hacer un gran esfuerzo para poder llegar a mantener una adecuada y armónica relación, ya que su diferencia cultural puede llevarlo a enfrentar serios malentendidos debido a la diferente cosmovisión que cada uno tenga, generándose de esta manera un conflicto.
Personalidad: Una personalidad madura y equilibrada permite que un individuo sea tolerante con las demás personas, y sus relaciones serán armoniosas y productivas, facilitándole a las otras experiencias de crecimiento psicológicos. Pero un individuo con una personalidad inmadura no será capaz de desarrollar tolerancia y convivio positivo, ya que su inmadurez lo pondrá siempre a la defensiva, llevándole a reacciones conductuales violentas, agresivas y destructivas. Es decir, estará enfrentando constantes conflictos.
Gustos y preferencias: "Para gustos, los colores", reza el conocido adagio popular, esto significa que cada persona tiene derecho a tener sus propios gustos; pero puede suceder que esos gustos y preferencias si son mal manejados sean motivo suficiente como para entrar en conflicto con personas que tienen gustos diferentes.
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